El Gobierno está evaluando un megacanje de la deuda en pesos del Tesoro por 57 billones de pesos al mejor estilo 2001 el cual terminó en el corralito que afectó a los Argentinos. Al mismo tiempo, se publicó un decreto para que el Palacio de Haciendo pueda apropiarse de 3200 millones de dólares de las reservas internacionales para el pago de deuda.
El Gobierno está evaluando un megacanje de la deuda en pesos del Tesoro por 57 billones. Al mismo tiempo, se publicó un decreto para que el Palacio de Haciendo pueda apropiarse de 3200 millones de dólares de las reservas internacionales para el pago de deuda. A cambio el Banco Central recibe un bono con vencimiento a 10 años. La medida despertó críticas incluso entre economistas del establishment que la consideraron un tiro en el pie. Los dólares financieros continuaron escalando rumbo a nuevos records nominales.
El equipo económico enfrenta cada vez más dificultades para mantener bajo control las presiones del mercado y comienza a trastabillar con sus estrategias. Este viernes trascendió que el ministro de Economía, Luis Caputo, se reunió con representantes de las entidades financieras para analizar la situación de la deuda en pesos. Se trataría de una reunión para empezar a abrir las puertas de un megacanje de títulos en pesos con el objetivo de pasar los bonos con vencimiento en 2024 para el siguiente año. La idea es bajar fuertemente la carga de pasivos a cubrir este año.
Por el momento, no hubo una propuesta concreta, pero la intención sería estirar los pagos por 57 billones de pesos (71 mil millones de dólares, al tipo de cambio oficial) que vencen durante los próximos meses y pasarlos para 2025. Si se pone en marcha la alternativa del canje, el equipo económico habría mencionado que sería voluntario. Las posibilidades para ordenar la deuda en moneda local parecen cada vez más complejas en la medida que se aceleró fuertemente la inflación y volvieron las presiones cambiarias.
En el caso de la deuda en moneda extranjera la situación tampoco es sencilla y este viernes hubo una medida que generó sorpresa entre los inversores. El Tesoro colocó una letra intransferible por 3200 millones de dólares al Banco Central. De esa manera, se quedó con reservas internacionales por ese mismo monto que se usarán para el pago de deuda externa. Un pase contable que durante los últimos años había sido ampliamente criticado por el mercado, consultores y economistas liberales, pero ahora se decidió usar en forma pragmática.
“La proximidad de los vencimientos de los compromisos de deuda determina la urgencia en la adopción de esta medida, haciendo imposible seguir los trámites ordinarios previstos en la Constitución Nacional para la sanción de las leyes”, menciona el decreto de necesidad y urgencia difundido al cierre de la semana y que lleva la firma del presidente, Javier Milei, y de todo su gabinete.
En las próximas semanas se enfrentan vencimientos de deuda externa tanto con privados como con organismos internacionales. En interés de los Bonares y Globales se deberían pagar cerca de 1500 millones de dólares antes de fin de mes, mientras que al FMI se le haría una cancelación por 2000 millones. Uno de los puntos que todavía sigue sin resolverse es la renegociación del acuerdo con el Fondo, que permitiría destrabar el ingreso de nuevos fondos.
La colocación de esta letra intransferible para el Banco Central provocó la reacción de distintos economistas, entre los que figuró el exministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, quien había trabajado en su gestión junto con el actual ministro Luis Caputo. Escribió en su cuenta de la red X: “El fin de la inocencia: el DNU para saltear la carta orgánica del Banco Central, dejándolo así más débil y menos independiente”, dijo en un tono ultra crítico de la medida. Agregó que “el Tesoro tomó 3 billones de pases de los bancos. Con esos pesos tendría que haberle compra los dólares, y no bonos, al Banco Central. Error no forzado”.
En la misma medida que siguen sin resolverse los problemas con los pasivos monetarios, con la deuda en pesos y con los bonos en dólares, las presiones sobre los tipos de cambio financiero también comienzan a acelerarse. Se trata de un elemento que marca nuevas expectativas de devaluación para el dólar oficial, y una perspectiva sobre que la inflación lejos de frenarse podría continuar en aumento.
El contado con liquidación terminó este viernes con un salto de 4,5 por ciento y se ubicó en los 1140 pesos. Se trata de un aumento vertiginoso si se tiene en cuenta que algunas semanas atrás coqueteaba con tocar los 850 pesos. Por su parte, el dólar blue se mantuvo por debajo de los precios pico que marcaron los dólares operados en la bolsa. El blue cerró la semana en 1025 pesos y marcó un avance de 5 pesos respecto del jueves.
En el mercado comienzan a buscar cada vez más cobertura porque consideran probable la necesidad de nuevas rondas de devaluación del tipo de cambio oficial, que actualmente se ajusta a un ritmo del 2 por ciento, cuando la tasa de inflación es cercana al 30 por ciento mensual.
Los consultores estimaron que en los últimos día se incrementó la demanda por instrumentos en pesos con cobertura cambiaria (bonos duales y dólar link), principalmente por las dudas sobre la sostenibilidad del crawling peg. Por ejemplo, un informe de la consultora Ecolatina indicó que “el esquema cambiario instrumentado por el Gobierno es audaz e involucra riesgos no menores, tanto por cuestiones estacionales como por una demora en el impacto de las medidas implementadas: tanto la oferta excepcional de divisas como su acotada demanda tienen “patas cortas” y difícilmente logren sostenerse durante el verano sin instrumentar nuevas medidas”.