La madrugada de este lunes, las calles de Guaymallén se convirtieron en el escenario de una masacre vial. Un joven de 30 años está muerto y su amigo de 29 pelea por su vida, después de que un hombre de 53 años, al mando de una camioneta Toyota Hilux, decidiera manejar en contramano y los embistiera de frente.
La tragedia ocurrió a las 2:50 en la intersección de Cornelio Saavedra y Mitre. La camioneta, convertida en un misil fuera de control, circulaba por el carril equivocado cuando se encontró de frente con la motocicleta Motomel 150cc en la que viajaban Oscar Emanuel Breccia (30) y su amigo.
El impacto fue de una violencia brutal. Los dos jóvenes salieron despedidos y quedaron destrozados sobre el asfalto. Cuando los médicos del SEC llegaron, ya no había nada que hacer por Oscar: murió en el acto. Su compañero fue trasladado de urgencia al Hospital Central con politraumatismo grave.
Lo más escalofriante e indignante del caso es que el conductor de la camioneta no estaba borracho. El test de alcoholemia arrojó 0,0 g/l. No fue un error producto del alcohol; fue una decisión consciente y criminal de manejar en contramano, una ruleta rusa que terminó con la vida de un inocente.
El asesino al volante fue detenido, pero la pregunta que resuena en medio del dolor es cómo un acto de semejante desprecio por la vida puede ocurrir en las calles de Mendoza, dejando una familia destrozada y otra que reza por un milagro.