
Mientras el gobierno de Javier Milei festeja una baja del dólar libre y promete el fin de la inflación, la vida cotidiana de los argentinos sigue marcada por la pérdida del poder adquisitivo y la suba descontrolada de los alimentos. El caso del asado —un ícono de la mesa nacional— es el ejemplo más claro: en diciembre de 2023, el kilo se conseguía por $3.999, y hoy supera los $12.000. Un aumento de más del 200% en apenas cuatro meses.
De $3.999 a más de $12.000: el símbolo de una economía que castiga
En diciembre pasado, días antes de que Milei asumiera la presidencia, el kilo de asado de novillito envasado al vacío costaba en supermercados como Coto alrededor de $3.999. Hoy, ese mismo corte aparece a $12.399. La suba, del 210%, desmiente cualquier ilusión de estabilidad o control de precios. Mientras el dólar libre bajó de $1.230 a $1.160, los alimentos siguen escalando sin freno.
Una economía que no cierra para la gente
La retórica oficial se enfoca en números fríos: baja del dólar, disciplina fiscal, cumplimiento con el FMI. Pero el supermercado, la carnicería y la farmacia muestran otra cosa: que la inflación real sigue presente, que los sueldos no alcanzan y que lo esencial se volvió un lujo. Las medidas de ajuste empujaron a millones de argentinos fuera del mercado. La carne, que solía ser habitual en la mesa, hoy es inalcanzable.
Ajuste con sello libertario
El relato libertario prometía eficiencia y prosperidad. Lo que se impuso, en cambio, fue una política económica que transfirió el costo del ajuste a los trabajadores, a los jubilados, a las familias comunes. Mientras el gobierno celebra resultados técnicos, la gente ve desaparecer su calidad de vida. Bajó el dólar, pero ¿de qué sirve si comer carne se volvió imposible?