
La mentira se terminó. En un acto de desesperación total que confirma el fracaso de su plan económico, el gobierno de los «especialistas» liberales echó mano a la receta más rancia del manual kirchnerista: volvió el cepo cambiario. A falta de dólares, los socios Luis «Toto» Caputo y Santiago Bausili desempolvaron las viejas restricciones que tanto criticaron, poniendo más rejas a la jaula económica.
La rendición quedó oficializada este viernes en la Comunicación «A» 8336 del Banco Central. La medida es una copia directa del cepo anterior: quien compre dólar oficial, por más mínimo que sea el monto, quedará bloqueado por 90 días para operar dólares financieros como el MEP o el Contado con Liqui, y viceversa. Se disfrazan de liberales, pero aplican las mismas recetas fracasadas de sus antecesores.
Esta medida no es una decisión estratégica, es el síntoma de que están raspando el fondo de la olla. La falta de dólares es tan crítica que esta misma semana tuvieron que arrodillarse ante las cerealeras, sacrificando 1.500 millones de dólares en retenciones para rogarles que liquiden sus granos. Primero el ruego, ahora el cepo.
Presionados por el FMI y el Tesoro de Estados Unidos para que dejen de quemar reservas que no tienen, pero sin margen político para una devaluación, Caputo y Bausili optan por el camino del ajuste y el control. No hay crecimiento sin dinero, y en el Banco Central ya no queda nada.
Ahora, toda la apuesta del gobierno es mendigar fondos frescos a Estados Unidos después de las elecciones, una ayuda que, según Washington, depende exclusivamente del resultado electoral. Mientras tanto, el plan es aguantar con parches, controles y un cepo que evidencia el fracaso rotundo del relato de la libertad.