
Olvídese de la tecnología de punta de la FIFA o de las cabinas de videoarbitraje en Ezeiza. En Maipú, la innovación llegó de la mano del ingenio criollo. Un partido de un torneo amateur se volvió viral y no por un golazo, sino por la insólita decisión del árbitro: ante una jugada polémica, paró el partido y pidió revisar las cámaras de seguridad del complejo.
La escena, digna de una comedia, ocurrió durante una fecha regular del torneo. Una jugada dudosa desató el clásico griterío de protestas de ambos bandos. El juez, lejos de dejarse llevar por la presión o tirar la moneda al aire, tuvo una idea brillante: «¿Tienen cámaras acá?», preguntó.
Acto seguido, el partido se detuvo. El árbitro se acercó a la oficina del complejo y, como si fuera un juez de la Copa del Mundo, revisó el monitor de vigilancia para despejar sus dudas.
Lo que podría haber terminado en insultos por la demora, acabó en aplausos. Los jugadores y el público, primero sorprendidos y después tentados de risa, celebraron la «implementación del VAR casero» que trajo justicia al marcador. Una muestra de que, cuando hay voluntad de cobrar bien, cualquier herramienta sirve.