
En un nuevo fallo que genera indignación y confirma que la justicia no es igual para todos, Julieta Silva, la tristemente célebre mujer condenada por la muerte de su novio rugbier Genaro Fortunato, sumó una nueva condena, pero seguirá cómodamente en su casa. Este miércoles, en un juicio abreviado que parece una burla, Silva admitió haber golpeado a su expareja, Lucas Giménez, y pactó una ridícula pena de 9 meses que cumplirá con prisión domiciliaria.
Es la segunda vez que Silva se sienta en el banquillo y, por segunda vez, es beneficiada con una sentencia inexplicable. La sombra de la impunidad vuelve a caer sobre San Rafael. En 2017, la provincia ya había quedado atónita cuando Silva recibió una condena menor por atropellar y matar a Fortunato, una pena que ya está cumplida.
Ahora, la historia de violencia se repite. Su exesposo no solo la denunció por golpes, sino por un patrón de abuso que incluía dejarlo encerrado sin celular y amenazar a su hija de una pareja anterior. Sin embargo, en la negociación del «juicio express», la justicia decidió convenientemente sobreseerla de esos delitos más graves, dejando solo las «lesiones leves».
El mensaje es claro y peligroso: en San Rafael, una persona con el prontuario de Julieta Silva puede matar, puede golpear, y el castigo máximo será mirar televisión desde el sillón de su casa.