La “Mendoza ejemplo” de Cornejo tiene comedores con saturados de jubilados y trabajadores

Mientras el gobierno trata de hacer“alianzas” y festeja la baja de aranceles, en los barrios la gente pasa hambre

En Las Heras, en pleno corazón mendocino, la postal es desgarradora: trabajadores formales y jubilados hacen fila en el comedor “Horneritos” para poder llevarse un plato caliente a casa. No son personas desocupadas, sino madres, padres y adultos mayores que, aún teniendo ingresos, no llegan a fin de mes.

Mientras el gobernador Alfredo Cornejo se saca fotos con Javier Milei —el mismo que destrozó el bolsillo de los argentinos con tarifazos, despidos, jubilaciones de miseria y apertura indiscriminada de importaciones—, en los barrios la realidad es otra: la olla no alcanza para todos, y el frío aprieta.

Gabriela Carmona, responsable del comedor, describe una escena cada vez más común: personas que trabajan o cobran la mínima jubilación, pero no pueden comprar comida. “No llegan con lo básico. Vienen con vergüenza, pero con hambre”, cuenta.

Miseria estructural con discursos de marketing

Mientras el oficialismo anuncia inversiones fantasmas, baja de aranceles o coquetea con el verdugo económico de los argentinos, las familias mendocinas enfrentan una crisis brutal: carne y verdura inaccesibles, una garrafa a $60.000, leña por las nubes, y hasta $45.000 por hora para mover donaciones.

El gobierno parece gobernar para la tribuna mediática, no para la gente real.

Fuegos artificiales arriba, hambre abajo

Cornejo habla de obras viales y peajes, pero no dice nada de los comedores colapsados ni de la creciente pobreza. La “Mendoza modelo” que muestra en Buenos Aires no se parece en nada a la que viven las miles de personas que dependen de un comedor para alimentarse.