
La delincuencia en Mendoza ha cruzado una nueva línea, la del cinismo y la bajeza absoluta. Un hombre, que actuó con la solidaridad que ya casi no existe, fue víctima de la trampa más cruel. Ocurrió anoche en Rivadavia, cuando el conductor de un Fiat Uno frenó para asistir a una persona que simulaba estar herida en la calle, solo para ser encañonado y asaltado.
El hecho, que genera una indignación total, sucedió ayer martes cerca de las 22:50 en la calle Circunvalación de Andrade. La víctima vio la clásica escena de una pesadilla: una persona caída en el asfalto junto a una bicicleta. Creyendo que se trataba de un accidente, el conductor detuvo su marcha para brindarle auxilio.
En ese instante, la farsa se reveló. Un segundo delincuente emergió de la oscuridad, le apuntó a la cabeza con un arma de fuego y lo obligó a bajarse. Los dos criminales, que se aprovecharon de la buena fe de la víctima, se subieron al vehículo y escaparon a toda velocidad.
El conductor, que solo intentó un acto de humanidad, quedó abandonado a pie, en estado de shock, en medio de la nada. Este no es solo un robo más; es la prueba de que la inseguridad ha podrido todos los códigos, convirtiendo un gesto de solidaridad en una trampa mortal.