Después de dos años de políticas liberales, timba financiera y un endeudamiento feroz, la confesión del fracaso total no llegó desde la oposición, sino desde el principal socio de Javier Milei: Donald Trump. El presidente de Estados Unidos, en un acto de sinceridad brutal, expuso la realidad que el gobierno intenta ocultar: Argentina está quebrada.
En declaraciones que generaron un sismo, Trump pintó un cuadro desolador de la situación nacional. «Argentina está luchando por su vida. ¿Entienden lo que eso significa? No tienen dinero, no tienen nada, están luchando muy duro para sobrevivir», afirmó.
La supuesta «ayuda» que analiza Washington, como la reapertura de la compra de carne, no es un premio al éxito, sino una limosna para un país en ruinas. «Si puedo ayudarlos a sobrevivir…», deslizó Trump, dejando en claro que su sintonía con Milei es un acto de lástima ante un modelo que colapsó.
Trump incluso puso sobre la mesa el famoso «salvataje» de 40.000 millones de dólares, el préstamo que se suma a la bola de nieve de una deuda impagable y que, lejos de ser una inversión, es un rescate de última hora.
Pero su diagnóstico final fue el más lapidario, una frase que borra cualquier relato de recuperación: «No lo hagan sonar como si les estuviera yendo genial. Están muriendo».
Así, mientras el gobierno local celebra la «confianza» internacional, su mayor aliado confirma al mundo que, tras dos años de este experimento financiero, Argentina está fundida, endeudada y sin dinero.