Mientras el Gobierno celebra la “libertad de mercado” y la eliminación de trabas a las exportaciones, la realidad golpea: Argentina empieza a perder presencia en los mercados internacionales de carne.
Las políticas de desregulación impulsadas por Javier Milei, lejos de generar un boom exportador, están debilitando la posición del país frente a competidores como Brasil y Uruguay, que aprovechan para ocupar el espacio que Argentina deja vacío.
En los últimos meses, la ausencia de controles y la falta de estrategia comercial provocaron que contratos con países clave se vieran reducidos o directamente cancelados.
Esto no solo afecta la entrada de divisas, sino que también pone en riesgo miles de puestos de trabajo vinculados a la cadena de la carne, desde productores hasta frigoríficos y transportistas.
Mientras tanto, en Casa Rosada insisten con el relato de que “el mercado se regula solo”. La consecuencia: menos exportaciones, menos ingresos y más oportunidades para nuestros vecinos.