
En un acto de sumisión política que terminó en una humillación pública, el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, viajó a Buenos Aires junto a otros dos mandatarios aliados para sonreír en una foto y «chuparle las medias» al nuevo ministro del Interior. ¿El resultado? Volvió con las manos vacías y una cachetada feroz de Javier Milei, quien horas después de la reunión vetó la única ley que fueron a mendigar: el reparto de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN).
La puesta en escena fue patética. Cornejo, junto a Frigerio y Zdero, posó para la foto con el flamante ministro Lisandro Catalán, buscando mostrarse como los «aliados leales». Creían que con ese gesto de obsecuencia podían evitar el veto a una ley crucial que devuelve a las provincias fondos que les pertenecen. Pero Milei, en un claro mensaje de desprecio, les firmó el veto en la cara.
Lo más grave es que, según admiten los propios gobernadores en secreto, el gobierno nacional les está robando la plata. La ley de ATN no tenía impacto fiscal y no afectaba el superávit; simplemente distribuía fondos que son de las provincias. «El Gobierno está usando esos fondos que pertenecen a las provincias para su ejercicio fiscal», confesaron. En criollo: Milei usa la plata de los mendocinos para financiar su propio ajuste.
Tras la traición, les ofrecieron una migaja como consuelo: la promesa de incluir los ATN en la futura ley de Presupuesto. Una promesa vaga y lejana para tapar una humillación presente y concreta. Cornejo fue a mostrarse como un socio del poder y volvió como lo que realmente es para el gobierno nacional: un gobernador del interior sin peso, al que se puede ningunear sin consecuencias.