Un entrenado de fútbol de un barrio carenciado podría ser condenado a 24 años y 6 meses de prisión por haber abusado de tres niños a los que les decía que tenía una enfermedad y solo intimando con ellos se curaría. Además les regalaba objetos y los ponía de capitán para asegurarse su silencio.
Un fiscal solicitó que un entrenador de fútbol sea condenado a 24 años y 6 meses de prisión por haber sometido a abusos sexuales a tres niños en el Barrio 31 de Retiro, informaron hoy fuentes judiciales.
En su alegato, el fiscal Abraldes pidió una condena de 24 años y 6 meses de cárcel para el entrenador de fútbol por dos hechos de “abuso sexual con acceso carnal de un menor de edad agravado por haber sido cometido por alguien encargado de la guarda”; por “abuso sexual de un menor de edad agravado por haber sido cometido por alguien encargado de la guarda”; y por otro caso más en grado de tentativa.
Dos de las víctimas son hermanos y declararon mediante Cámara Gesell, mientras que el restante declaró en el juicio oral, ya que había cumplido la mayoría de edad.
Todos los hechos ocurrieron mientras el imputado ejercía como entrenador de fútbol en una cancha del Barrio 31 de Retiro, y los informes psicológicos y psiquiátricos realizados por el Cuerpo Médico Forense dieron cuenta de la solidez de los relatos y como habían sido afectados por los abusos.
Para el fiscal Abraldes, el acusado tenía un patrón de conducta, ya que llevaba a las víctimas a los mismos lugares para concretar los abusos y garantizarse la impunidad.
“Se acercaba a niños carentes de figura paterna y se ponía en ese rol como forma de lograr su propósito”, aseguró el fiscal, y añadió: “Llevaba adelante una estrategia de seducción y silenciamiento: utilizaba la manipulación y un sistema de supuestas recompensas y reconocimientos”.
Por otra parte, amenazaba a los menores para que no contaran nada y llegó a manifestar que tenía una enfermedad en la cabeza, que solo podía curarse si uno de ellos tenía relaciones sexuales con él.
Asimismo, el fiscal relató que el imputado asignaba las capitanías de los equipos por “favoritismo” y que regalaba botines, camisetas, dinero y hasta un teléfono celular a las víctimas que había escogido, como parte del ardid para mantenerlos en silencio.
“Los testimonios de las víctimas coinciden en abordaje, en modalidad, en el tipo de niños elegidos para las agresiones y en los lugares en los que fueron abordados”, esgrimió Abraldes, para luego agregar: “Era un lobo cuidando a las ovejas, unas ovejas que carecían de todo: de afecto, de figura paterna, de cosas materiales que la sociedad les restriega todo el tiempo como forma de validación”.