
El fútbol mendocino vivió una de sus jornadas más negras y vergonzosas. La barbarie se apoderó del estadio Omar Higinio Sperdutti cuando los barras del Deportivo Maipú, cegados por la furia de una simple derrota, invadieron el campo de juego para cazar, golpear y humillar a sus propios jugadores en un acto de violencia inaudito.
El escándalo se desató este domingo, al finalizar el partido que el «Cruzado» perdió 2 a 1 contra Colegiales. Lo que debía ser la decepción normal de un resultado adverso se transformó en una batalla campal. Los violentos saltaron al césped y corrieron directamente hacia los futbolistas, desatando el caos.
Las imágenes son elocuentes y reflejan la impunidad total con la que se mueven los barras. Hubo golpes de puño, patadas y empujones. Los jugadores, atónitos, intentaban defenderse de quienes se supone que deberían alentarlos.
El punto máximo de la humillación llegó cuando los agresores intentaron arrancarles las camisetas a los futbolistas, el símbolo máximo de desprecio en el código del fútbol, como si ya no fueran dignos de vestirla.
Este episodio no solo mancha al club, sino que deja en evidencia la nula seguridad en los estadios y el poder que siguen teniendo los violentos, capaces de convertir una cancha de fútbol en una zona liberada para el apriete y la agresión, incluso contra su propio equipo.