A esto se suma el reclamo por el faltante de vacunas.
Basta con recorrer las calles de Mendoza, para comprobar que los mendocinos, se van “relajando” cada vez más con el uso del barbijo y las medidas de distanciamiento social, dispuestas para morigerar los contagios por COVID-19.
A esto se suma la falta completa de controles por parte del Gobierno Provincial, e incluso de las fuerzas de seguridad, que hasta hace dos meses atrás, cumplían un rol activo en advertir a los ciudadanos respecto al necesario respeto de los protocolos establecidos.
Sólo en el Gran Mendoza, si se aborda alguno de los micros con los recorridos céntricos, podrá comprobarse que muchos pasajeros no llevan puesto el barbijo o lo llevan, pero mal colocado, gran parte de ellos a la altura de la barbilla, sin ningún tipo de utilidad sanitaria.
A la fecha, la provincia de Mendoza registra 60.960 casos positivos confirmados COVID-19, mientras que 58.688 personas han sido recuperadas.
En tanto, asciende a 1.365 la cifra de fallecimientos por COVID-19.
Por otro lado, los cuestionamientos también se dan respecto a la falta de vacunas.
Hasta el momento, se han colocado en la provincia poco más de 8.000 dosis, y sólo abarca a parte del personal de salud que debería de recibir la vacuna: unos 20.000.
Sin embargo, con el gobierno de Suárez empecinado en iniciar las clases en poco más de dos semanas, la preocupación es que pasará con los docentes, celadores y alumnos que deban asistir a las escuelas, por ahora sin ninguna garantía de que no van a contagiarse.
En este marco, el reclamo también se hace oír por parte de las fuerzas de seguridad, que a lo largo de la pandemia, ha sumado a cientos de efectivos contagiados, varios de los cuales han fallecido en cumplimiento de su deber.